lunes, 21 de diciembre de 2009

Nevada en el Retiro

El sauce besa el estanque helado.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Bebedor de cerveza

(Arthur Fellig, Weegee; de la colección M+M Auer)

No sé quién es este tipo. El autor de la foto es Arthur Fellig, fotorreportero conocido con el sobrenombre de Weegee (1899-1968). La imagen está tomada en 1940, seguramente en Nueva York, en plena Gran Depresión, y me ha sorprendido por su expresividad. Nótese la firmeza con que el hombre sujeta la jarra. Son dedos de acero, probablemente acostumbrados a usar el cortafríos, herramienta con que parecen dibujadas las arrugas que parten de los ojos y dividen sus mejillas. El bigote y lo que parece un cigarrillo en los labios evocan un aire de morsa, aunque los dientes, que uno diría parecen desgastados, le quitan la fiereza de este mamífero. No hay que ser muy listo para adivinar que no es la primera cerveza que se echa el coleto, y que esa risa amplia procede del mucho trasiego de la jarrra a la barriga. Los ojos achinados y la cabeza altiva acentúan esa ilusión de felicidad, o es que hay que alargar mucho el cuello para hacerse oír en lo que debe de ser una taberna bulliciosa, repleta a la salida del trabajo. La barba raleada y los pliegues del cuello hablan de un hombre duro, baqueteado, suposición forjada quizá por los claroscuros de la foto. Aunque dejémenos de especulaciones y brindemos con él, por esa francachela en la que uno querría estar ahora mismo.

jueves, 27 de agosto de 2009

Especimen extraño

Lugar en Sicilia. No recuerdo el sitio. Supongo que al hombre que aparece encenagado, ni a esa mujer rebozada en barro, no le hará ninguna gracia verse expuestos en público aquí. Pido disculpas por ello, disculpas un tanto cínicas porque no pienso suprimir la foto. Estamos ante uno de esos charcos de cieno de propiedades salutíferas que desprenden emanaciones a huevo podrido. Pero si uno es capaz de hacer un esfuerzo de imaginación, verá que el hombre no es un turista con ganas de aprovechar el valor terapéutico de la ciénaga, sino un extraño sujeto nacido de las profundides de la tierra, de las entrañas grises de las guaridas de las serpientes. El individuo mirá al horizonte grisáceo porque ése es el paisaje con el que se mimetiza, donde se esconde de las alimañas adetrándose en el lodo y haciéndose uno con él. Ignorante del peligro, todavía no se ha dado cuenta de que su piel curtida en terrones contrasta llamativamente con la rosácea de la mujer en biquini. Este extraño especimen no es muy inteligente y no sabe del peligro que corre. En cualquier momento puede ser capturado por un humano para ser exhibido en un zoológico, donde le aclimatarán en una manigua en la que convivirá con aves y gusanos y le fotografiarán como en esta ocasión.