jueves, 9 de abril de 2015

“La innovación narrativa se está haciendo en los videojuegos y las series de televisión”


Donatella Iannuzzi, editora de Gallo Nero cree que el auge del libro digital, ahora estancado, se debió al interés por vender aparatos electrónicos




“Es muy triste que la publicación se decida en función de informes de marketing”


Donatella Iannuzzi, creadora de la editorial Gallo Nero,  vino a España en 1999 gracias a una beca Erasmus y decidió quedarse. Aquí ha hecho su vida y fundado un sello que trasluce su amor por la literatura italiana del siglo XX, especialmente por los escritores del llamado círculo de Turín, en el que participaron Calvino, Pavese, Buzzati, Ginzburg y Vittorini, entre otros. Son algunos de los autores que le apasionan, como también le fascinan el cómic, el underground americano y la edición entendida como un oficio artesanal. Pese a su amor por los libros, Iannuzzi cree que la letra impresa ha dejado de ser la avanzadilla cultural y que ahora el talento narrativo ha encontrado otros cauces para expresarse. Por eso no le interesan la literatura más actual ni esa obsesión por la novela negra que inunda Italia y España. La editora está persuadida de que la iniciación a la lectura pasa por el libro de bolsillo y que la eclosión del ‘e-book’ fue un “deseo inducido” en el consumidor para vender dispositivos electrónicos. “Llegará un momento en que entremos en una librería y esté repleta de volúmenes de sellos de un mismo grupo editorial”, predice Donatella Iannuzzi. 

 PREGUNTA: ¿Por qué eligió el nombre de Gallo Nero?
 RESPUESTA: Quería que el sello tuviese un mínimo de identidad italiana y qué mejor que Gallo Nero, el logo de identificación de origen del vino toscano de Chianti. Es un signo de identificación de origen de calidad. Además, es un nombre muy frecuente de Italia, de hecho hay muchas trattorias que se llaman así.

P: ¿El libro está en crisis?
R: El libro compite con muchas ofertas audiovisuales y de ocio. No creo que siga siendo el vehículo de nuevos creadores.  Lo realmente innovador se está haciendo en el campo de los videojuegos y las series de televisión, donde hay productos de un nivel intelectual, literario y de crítica social brutal. Las nuevas voces de la narración están en otro soporte. En este sentido, el libro se ha quedado atrás, y ello obedece a cierta  pereza intelectual. Hay más riesgo en los videojuegos y las series televisivas. Es frustrante, por eso muchos están estamos volviendo la vista atrás.

P: Quizá tenga que ver con la endeblez de la industria editorial.
R: Es verdad que ahora no hay mucho dinero en la edición, de modo que la persona que tenga ideas, inteligencia y vocación narrativa pone la vista en  otros medios, en industrias mucho más potentes que la del libro, sectores que seguramente le ofrecen más posibilidades. Ahí está el auge de los documentales. Cualquier tipo de historia que te haga llorar o reír está en lo audiovisual.

P: ¿Ya no está entonces el libro en la avanzadilla cultural?
R: No, al menos para mí. ¿Qué libro ha suscitado algún movimiento de masas últimamente?  La crítica literaria también ha muerto por eso. Ha perdido mucho peso. Además, parece que nadie lee. La prensa no lee, los editores no leen, el lector se compra un libro y al final no lo lee.

Editorial Einaudi
P: ¿Que semejanzas y diferencias hay entre la industria editorial de Italia y la española?  
R: La italiana es mucho más madura que la española porque no hubo ese parón que se sufrió aquí con la dictadura. La primera editorial independiente, Einaudi, se fundó en los años 20. Es verdad que los números de ventas están bajando, pero Italia sigue siendo un país muy lector. Por algún prejuicio burgués,  los libros en las casas italianas son importantes todavía. Y en mi país el libro de bolsillo aún está muy extendido, como en Francia. Un país que tiene una tradición en libro de bolsillo se traduce en un país de lectores. En mi caso, toda la literatura clásica la he leído en bolsillo.  

P: ¿Le espera larga vida al libro en papel
R: Sí,  no creo que vaya a morir. Puede que haya otro formato alternativo, pero el cariño que la gente siente por el libro en papel es innegociable. La venta de ‘e-readers’ ha sido fruto de un deseo inducido. Había muchos intereses para vender aparatos electrónicos. Se han dicho muchas tonterías. ¿Desde cuándo no se puede viajar en la maleta con un libro? Una vez que ya se ha vendido lo que se tenía que vender, va a bajar la presión para convertir lectores en papel en lectores electrónicos.

P: Ha publicado literatura italiana, estadounidense, japonesa ¿Por dónde se orientan sus intereses.
R: Depende de lo que me inspire el momento. Pero me interesa sobre todo el siglo XX italiano, autores como Pasolini, Dino Buzzatti, del que hemos recuperado ‘El Giro de Italia’, o Montanelli. Seguiremos publicando a Buzzati. El siglo XX italiano me fascina, no así el XXI, que me deja indiferente.

P: Sin embargo, de Buzzati hay mucho publicado. Gadir ha sacado bastantes obras de este autor.
R: Sí, pero se trata de obras de ficción. En Italia hubo una época en la que muchos escritores cultivaron la crónica periodística. Hay autores espléndidos en este género, como Indro Montanelli. Periódicos como el ‘Corriere della Sera’ fichaban a escritores para que ofrecieran una visión literaria del deporte.

P: ¿Por qué momento pasa la literatura italiana.
R: Se encuentra en un fin de ciclo. Con Calvino acabó una edad dorada, sobre todo en lo que atañe a la ficción. Ahora mismo no observo nada interesante. Italia está obsesionada en publicar novela negra a toda costa porque parece que alguien ha decidido que eso es lo que vende. Proliferan las obras con un contenido de denuncia social. Ocurre algo parecido en España, pero en Italia la moda adquiere tintes dictatoriales. También abunda muchísima literatura cercana a la autoayuda.

P: ¿Qué autor italiano debe leer un español de manera imprescindible?
R: Todo los miembros del círculo Einaudi, la mítica editorial de Turín y que ya ha sido vendida a Mondadori. Pertenecían a este grupo Italo Calvino, Elio Vittorini, Italo Svevo, Cesare Pavese y Natalia Ginzburg, entre otros. Todo ese bloque del siglo XX me gusta mucho y muy especialmente Dino Buzzati, cuya obra sigue siendo muy moderna. ‘El desierto de los tártaros’ es  un libro que no deja de sorprenderme.

P: ¿De qué manera le afecta la crisis?
R: Nacimos en 2010, en plena crisis. En momentos así hay que ser muy cautos. Tal y como está la situación, resulta temerario sortear el temporal con una avalancha de títulos. Es cierto que de ese modo crece la facturación, pero lo que cuenta al final son los resultados. Sigo sacando entre diez y doce títulos al año, sin colar ninguno de relleno, y no voy a cambiar.

Underground americano
P: Gallo Nero se distingue por una colección de cómics.
R: Creo que fuimos la primera editorial que, en 2010, comenzó a publicar cómics, algo que estaba entre los objetivos fundacionales del sello, de manera que no estoy entre los que se apuntaron al carro-burbuja de la novela gráfica. El primer título fue ‘El caso Pasolini’, en el que se reconstruyen las últimas horas de vida del poeta. Es una colección por ahora pequeña, que se ha ampliado con algún libro ilustrado. Los últimos tres títulos se inscriben en el underground americano, como ‘Ego & Arrogancia’, de Harvey Pekar, y ‘R. Crumb’, basado en cinco largas entrevistas que concedió Robert Crumb a ‘The Comics Journal’. Son libros muy literarios y críticos. Me gusta también mucho el manga. Hay algo que me fascina en la manera de contar de los japoneses.

P: ¿Cómo es el mundo editorial? ¿Es tan idílico como se puede imaginar desde fuera?
 R: No, no lo es. Es un negocio complicado; el oficio es mucho más artesanal que filosófico. Una parte importante, la cultural, consiste en la elección de los títulos, pero una vez decididos éstos, la edición es una actividad que exige el despliegue de capacidades eminentemente prácticas. No es como producir una taza de café o un bolígrafo, que si funciona está garantizado que el público siga comprándolo. Por añadidura, al ser una actividad que admite la devolución de ejemplares,  la rentabilidad de un libro sólo se conoce  al cabo de dos años. Hay libros que son un seguro de vida, pues después de cuatro o cinco años se siguen vendiendo. Pero con otros sucede todo lo contrario. Por eso es importante dar con un título que se convierta en un colchón económico.

P: ¿Por qué se lee tan poco en España?
R: Antes de la crisis no había muchos lectores, lo que se ha agravado con la pérdida de poder adquisitivo. La gente que compraba libros ha caído de modo brutal. No obstante, el lector de verdad, aquel para quien la lectura es tan importante como la comida, sigue comprando un libro al mes. Lo que me parece una tragedia es que las bibliotecas públicas hayan dejado de adquirir libros.

P: ¿Prevé grandes cambios en la industria editorial?
R: Sí, de hecho ya se están produciendo. Los grandes conglomerados empujarán como nunca. Llegará un momento en que entremos en una librería y esté inundada con libros de sellos de un mismo grupo. Las grandes editoriales, que controlan la logística de la distribución, tienen mucha más capacidad de negociar con el librero que un pequeño editor. 

P: ¿Llama la atención que muchas decisiones de los editores estén fundamentadas  en informes de lectura que se pagan de forma pésima?
R: Sí, pero también entiendo que el editor no puede leer todo. Y eso que en este negocio el olfato es muy importante. Más triste me parece que la publicación de libros se decida en función de informes de marketing, en cuyos departamentos se escriben hasta las cubiertas.

P: ¿Cuáles son sus expectativas para la editorial?
R: Crecer de manera racional y con cautela, disponer de un colchón más seguro para emprender proyectos a largo plazo. No me voy a dedicar a duplicar títulos para aumentar facturación, pero sí que me apetece crear colecciones nuevas que puedan tener sentido dentro del catálogo. Me gustaría publicar los libros ilustrados para niños del diseñador Bruno Munari.

P: Recomiende un libro de su catálogo.
R: ‘Aniara’, es la obra del premio Nobel sueco  Harry Martinson, un libro traducido por Carmen Montes. Está escrito en verso, aunque la traductora decidió pasarlo a prosa. Es una epopeya sobre una nave espacial, un texto muy actual y que a la vez constituye una apuesta suicida, demasiado literaria para los tiempos que corren. ‘Aniara’ es el nombre de la nave espacial cuya misión es transportar a Marte a los últimos supervivientes de la Tierra, devastada por una explosión nuclear. La nave se sale del sistema solar y vaga eternamente en el espacio. Es una visión muy pesimista en el siglo XX. Montes invirtió dos años en traducir el libro.