-Son títulos que se imponen por encima de generaciones y sortean las devastaciones de la censura y la dejadez
-Cuatro hombres de letras evocan sus libros predilectos, los que les han marcado para toda la vida
Las ciudades invisibles
Enrique Vila Matas
«Nunca terminé de leer este libro y, en cierto sentido, nunca terminaré. Es realmente un libro ilimitado: uno siempre puede abrirlo por cualquier página para empezarlo de nuevo. Abarca todas las ciudades y todos los sueños. Tenía que ser un italiano, Italo Calvino, quien escribiera este libro: las fascinantes ciudades italianas están todas aquí, las medievales y las del Renacimiento, pero están también todas las demás, todas las del mundo, las que hemos conocido y las que nunca conoceremos, sin que ninguna aparezca por su nombre. Está la ciudad ideal y la que anida en nuestra mente y forja nuestros sueños y nuestros afanes. Siempre vuelvo, que cada vez es diferente y siempre me produce melancolía y euforia, perplejidad y alegría, como la vida que replica».
Por mucho que se hayan leído y releído nunca decepcionan. Son esos libros que, como decía Italo Calvino refiriéndose a los clásicos, jamás «terminan de decir lo que tienen que decir». Los títulos a los que se vuelve una y otra vez son inolvidables y por eso se refugian en los dobleces de la memoria y «se mimetizan con el inconsciente colectivo o individual». Si como proclamaba Pedro Salinas el arte de la lectura es cada vez más difícil, el de la relectura lo es aún más, por cuanto requiere silencio y una disposición especial incompatible con el ritmo de vida actual, que ignora los tiempos largos. Los libros que admiten más de un encuentro desafían el tiempo, se imponen por encima de las generaciones y sobreviven a las devastaciones de la censura y la dejadez.
Dos escritores y dos editores han elegido su libro predilecto. Jorge Herralde y Javier Santillán han escogido a clásicos del siglo XX, 'El gran Gastby' y 'Las ciudades invisibles', respectivamente. El crítico y novelista José María Guelbenzu ha escogido 'Las flores del mal', mientras que Enrique Vila-Matas apuesta por 'Tristram Shandy'. Títulos que cumplen con la premisa de resistir el embate del tiempo, ser imprescindibles e insoslayables.
Por supuesto han quedado fuera muchísimos títulos: casi todas las lecturas que se enseñan en la escuela, los libros que, como 'El Quijote' o las obras de Shakespeare, se erigen en monumento nacional, los volúmenes que marcan la infancia o aquellos que dotan a la persona de una cultura humanista. Los libros que aquí se citan no pretenden configurar un canon, sino invitar a la lectura con la exposición de los argumentos de unos cuantos lectores cualificados, lectores incansables que vuelven una y otra vez al mismo libro, año tras año, de modo que en cada ocasión hallan revelaciones inesperadas.
Las flores del mal
Jose María Guelbenzu
Las flores del mal
Jose María Guelbenzu
«El libro que más veces he releído es 'Las flores del mal' de Charles Baudelaire. La razón es bien sencilla: se trata de la invención de la modernidad en la literatura, tras los pasos que ya había dado un poco antes Edgar Allan Poe. No hay en este libro nada que hoy no esté vigente, bien por sí mismo (que es lo que mueve la relectura), bien como influencia decisiva en toda la literatura posterior, sea del género que sea. Hoy por hoy, no hay escritor más contemporáneo que Baudelaire. Se resume en dos palabras: la belleza y la vida».
El Gran Gastby
Jorge Herralde
El Gran Gastby
Jorge Herralde
«Elijo 'El gran Gatsby', la mejor novela de Scott Fitzgerald, que ya en su día fue vaticinada como un 'instant classic' por los más reputados novelistas y críticos literarios. Un entusiasmo renovado generación tras generación: como rezaba un titular reciente de la prensa española: 'La novela perfecta'. ¿Cómo no sentirse enganchado por la voz del narrador, el enigma de Jay Gatsby, sus fiestas disparatadas, su amor imposible por Daisy? Y por la forma de mostrar ese mundo ostentoso que preludia (en su gozosa burbuja) la Gran Depresión de los años 30 en Estados Unidos. Nos queda muy cerca, pues, también en este sentido. En cuanto tuve la oportunidad, debido a que los derechos de autor quedaron libres, le pedí una traducción a Justo Navarro, gran escritor y profundo conocedor de Scott Fitzgerald, que llevó a cabo un trabajo ejemplar.
Estarían en la 'foto finish' 'La carta al padre' de Kafka, 'Ficciones' de Borges, 'Tiempo de silencio' de Luis Martín-Santos, 'París era una fiesta' de Hemingway, 'Mientras agonizo' de William Faulkner, etcétera».
Tristram Shandy
Enrique Vila-Matas
Tristram Shandy
Enrique Vila-Matas
«'Tristram Shandy' fue esencial cuando lo leí, antes que el Quijote. Llegué a 'El Quijote' a través de este libro inglés, que a su vez es heredero directo de Cervantes. Me fascinó la libertad de su narrativa. El libro de Sterne fue seguramente la primera novela-ensayo de la historia. En Sterne encontramos una fabulosa capacidad freudiana para la asociación de ideas».
Las ciudades invisibles
Enrique Vila Matas
«Nunca terminé de leer este libro y, en cierto sentido, nunca terminaré. Es realmente un libro ilimitado: uno siempre puede abrirlo por cualquier página para empezarlo de nuevo. Abarca todas las ciudades y todos los sueños. Tenía que ser un italiano, Italo Calvino, quien escribiera este libro: las fascinantes ciudades italianas están todas aquí, las medievales y las del Renacimiento, pero están también todas las demás, todas las del mundo, las que hemos conocido y las que nunca conoceremos, sin que ninguna aparezca por su nombre. Está la ciudad ideal y la que anida en nuestra mente y forja nuestros sueños y nuestros afanes. Siempre vuelvo, que cada vez es diferente y siempre me produce melancolía y euforia, perplejidad y alegría, como la vida que replica».
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