-La editorial Capitán Swing publica ‘La jungla’, de Upton Sinclair, quien escribió un relato estremecedor sobre los mataderos de Chicago
Quién lo iba a decir. Cien años después, el realismo socialista vuelve a los estantes de las librerías. En realidad, la novela de denuncia social nunca desapareció del todo, aunque la Transición impuso de modo inconsciente en la mente de muchos escritores que literatura y política casaban mal. Hablar de política en una novela era de mal tono, salvo que se escondiese en las peripecias del género policiaco. Los editores de Capitán Swing, sin embargo, se han rebelado contra este divorcio y han recuperado un título fundamental que arremete contra los desmanes del capitalismo. Se trata de ‘La jungla’, de Upton Sinclair (Baltimore, 1878-1968), uno de los exponentes más relevantes de la Escuela Realista de Chicago.
‘La jungla’, publicado en 1905, es de esos pocos libros que tuvieron una repercusión social en su tiempo. Las revelaciones sobre las condiciones infrahumanas en que trabajaban los empleados de la industria cárnica y las repugnantes prácticas existentes en los mataderos indujeron al presidente norteamericano Theodore Roosevelt a ordenar una investigación en 1906. Con esta medida, el político pretendía erradicar la adulteración de la carne. Sin embargo, Sinclair fue más allá de la insalubridad de los productos cárnicos. Como escribe César de Vicente en el prólogo, el sistema capitalista, el verdadero monstruo del relato, “quedó intacto” tras la publicación de la novela.
¿Por qué se publica ahora ‘La jungla’? Para De Vicente, la respuesta no admite discusión. “El siglo XXI, podría decirse, se inicia como lo hizo el siglo XX, con la explotación intensiva de los animales, con el dominio de los procesos de racionalización y eficacia técnica industriales, con la preeminencia de los beneficios del capital sobre las condiciones laborales y de vida de los trabajadores y sus familias (…), con la lucha por la supervivencia de miles de proletarios venidos de todas de todas parte del mundo”.
En algunos de sus pasajes, Sinclair no escatima descripciones minuciosas y nauseabundas sobre la manipulación de la carne y los procederes negligentes que imperaban en los mataderos de Chicago. El escritor, que supo traducir a palabras el hedor de los lugares donde se desollaba el ganado, relató aspectos insospechados de la industria cárnica. Contaba cómo las ratas muertas a palazos eran introducidas en las máquinas de picar carne; cómo los inspectores miraban a otro lado cuando eran sacrificadas las vacas enfermas; y cómo las vísceras y las tripas eran recogidas del suelo y envasadas como “jamón en lata”. El libro conmocionó de tal manera a la sociedad estadounidense que Roosevelt presentó al Congreso una ley que creaba la Administración para Alimentos y Medicamentos.
“Fortaleza de la codicia”
Con apenas 28 años, Sinclair, un completo desconocido que empezó alumbrando páginas indigestas de dramas románticos, se convirtió en el héroe que había desafiado con éxito a la todopoderosa industria de la carne. Su gloria recién adquirida le llevó a abrigar la idea quimérica de que podía liberar a Estados Unidos del capitalismo. “Me pareció que las paredes de la poderosa fortaleza de la codicia estaban a punto de agrietarse”, escribió. “Solo se necesita dar un golpe, y luego otro y otro”.
Después de tomar contacto con grupos socialistas en Nueva York y conocer a activistas e intelectuales de izquierda, Sinclair cambió su escritura. Abominó del lenguaje moralista y los resabios religiosos de su estilo primigenio para abrazar los dictados realismo social.
‘La jungla’ se publicó por entregas en el periódico socialista ‘The Appeal to Reason’. El libro ahora editado por Capitán Swing contiene los 36 capítulos originales de la versión sin censurar.
Recibida con críticas virulentas, que acusaban a la novela de simplista y tergiversadora, ‘La jungla’ cosechó el apoyo entusiasta de Jack London. En Londres, el futuro primer ministro Winston Churchill no se anduvo con rodeos. Dijo que la novela “atraviesa la parte más gruesa del cráneo y el corazón más correoso”.
‘La jungla’ narra la historia de Jurgis Ridkus, un trabajador inmigrante procedente de Lituania que ve cómo su sueño de alcanzar una vida decente se desvanece y deviene una pesadilla desde el momento en que pasa a engrosar la plantilla de un matadero. Su magro salario le impide mantener a su familia. Estas y otras razones le mueven a incorporarse al movimiento socialista.
No es casualidad que la carne desempeñe un papel protagonista en las revueltas sociales. Como recuerda el prologuista de la novela, el motín de ‘El acorazado Potemkin’, la célebre película de Sergei Eisenstein, un levantamiento que se produjo precisamente en 1905 (el año de publicación de la ‘La jungla’) tiene su origen en las condiciones deplorables en que se hallaba la carne con que se alimentaba a la tribulación del barco.
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